miércoles, 11 de marzo de 2009

Cielo, Árbol

Triste, melancólico, me resguardaba bajo la sombra de un viejo sauce, con sus caídas ramas, al igual que mi moral dolida y dañada por burdos recuerdos, sin importancia. Tras vagos resoplidos descorcentantes, me deslizé derrotado por el rugoso tronco de aquel árbol, hasta que mi espalda quedo unida a la fresca y humeda hierba, que me acogió con un cariño que no había percibido desde hace mucho tiempo.

Alcé la mirada hacia el cielo, intentado buscar una remota señal que me diera fuerzas. El Sol, tímido, se resguardaba tras una imponente nube. Busqué y busqué, pero fue inútil, ya era demasiado tarde. El cielo se vestía con una oscura capa, el ambiente se enmudecía, el viento se hacía notar, todo se calmaba, se refugiaba, todo cambiaba, todo, excepto mis sentimientos.

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