martes, 10 de marzo de 2009

Árbol (1 y 2)



Árbol (1):


Era una noche oscura, solo al amparo de la Luna, cuando inscribieron sus nombres en la madera. Aquel árbol centenario los había visto crecer: de niños lo usaban como palo de portería y como “casa” al jugar al escondite; con la adolescencia fue testigo de los primeros besos, siempre tímidos, cigarros prohibidos y borracheras; en su madurez era el lugar de encuentro a la salida del trabajo; y ahora, ya en la vejez, decidieron marcar sus nombres en aquel árbol. Su sitio, su lugar en el mundo. Un último cigarro, la última gota de alcohol, y el último beso que compartieron, al igual que los primeros, fueron al cobijo de aquel árbol.

Árbol (2):

Sentado en las raices
cobijado por las ramas y las hojas
descubrio su amor en esta hora.
La lluvia empapaba sus hombros
y su novio ensombrecia su alma.
Bajo aquel árbol sagrado
su corazón destrozado
cayó en la soledad totalmente entregado,
comiendo el fruto prohibido,
puso fin, así, a su camino…

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