miércoles, 27 de mayo de 2009

Hielo

1. ¡Vaya una puta mierda da crucero de lujo!, pensaba el señor de la nariz coloradota mientras andaba dando tumbos de camero en camarero. ¿Es que no hay ningún maldito incompetente en este barco?, clamó al cielo a punto de reventar de ira, ¿A que Dios hay que chupársela para que me den un puto cubito para mi cubata?. Segundos más tarde un gran estruendo sacudía el barco. Pocas horas después, el Titanic reposaba en el fondo del mar.

2. Cuenta la leyenda, dijo el anciano, que antiguamente, muchos años antes de que yo naciera, existía un elemento casi divino que tenía la extraña propiedad de aumentar su volumen disminuyendo a la misma vez su propia densidad. Báh, esa me la sé yo, contestó el más empollón y repelente de sus nietos. Son los antiguos cuboideos de oxígeno dihidronizado parcialmente criogenizados naturales, de cuando aún había masas oceánicas y corrientes fluviales. No estoy seguro, respondió el anciano, pero juraría que mi abuelo las llamaba “palomitas”.

3. Estamos todos aquí reunidos para despedirnos de Edmundo José Pérez, hombre bueno y temeroso del señor, muy querido por todos y cuya muerte lamentamos, a la vez de que nos alegramos, ya que por fin alcanzará el Reino, puesto que gracias a su bondad interior podrá sentarse a la derecha del Padre y…. Chist, Padre, le interrumpió el monaguillo. Que Edmundo es el siguiente, esta se llama Carmen García Trinidad. El cura carraspeó, se aclaró la garganta y continuó. Perdón. Estamos todos aquí reunidos para despedirnos de Carmen García Trinidad, mujer buena y temerosa del Señor, muy querida por todos y cuya muerte lamentamos, a la vez de que nos alegramos, ya que por fin alcanzará el Reino, puesto que gracias a su bondad interior podrá sentarse a la derecha del Padre y alcanzar la resurrección. Ve con Dios Carmen García Trinidad. Amén. Amén, respondió al unísono la iglesia.

1 comentario: