martes, 13 de abril de 2010

Guerra

1. Israelitas y paganos. Griegos y persas. Romanos y cartagineses. Bárbaros y ciudadanos. Bizantinos y turcos. Moros y cristianos. Imperio y mundo. Españoles y franceses. Chinos y japoneses. Napoleón y Rusia. Primera Guerra Mundial y la lucha por el liderato. Hitler y los aliados. África y sus recursos. Vietnam y el napalm. Afganistán y el gaseoducto. Irak y su petróleo. Millones de inocentes y la ambición de unos pocos. Justos y pecadores. Dólares y pobreza. Colesterol y hambre. Desentendimiento y necesidad. Balas y objetivos. Ataque y defensa. Terrorismo y pretextos. Miedo y consentimiento. Medios de comunicación y sociedad. Palestina e Israel. Hiroshima, Nagasaki y la bomba nuclear. España y ella misma. Churchill y su asedio. Trincheras y el tiempo. Indios y vaqueros. Aztecas y mayas. Ingleses y escoceses. Vikingos e invasores. Hunos y muralla china. Grecia y Egipto. Mesopotamia y dos ríos. Los que faltan, mi ineptitud y el recuerdo para todos ellos.

2. La guerra y la paz es un matrimonio de lesbianas. Un maltrato continuo en el que se acalla el sufrimiento. Se alzan las armas en contra del sentido común. El suelo no absorbe el inmenso derramamiento de sangre. La muerte es compañera a la hora de comer y la invitamos como comensal de nuestra inexistente estupefacción. Las vidas se clasifican por su valor y se cobran regidos por este principio. Los que consienten son tan verdugos como los infractores y cada vez menos combaten por sus ideales. Dispararía sin pensarlo al miedo. Encadenaría perpetuamente la avaricia. Le cortaría las manos al egoísmo. Bombardearía a la hipocresía y el engaño. Dejaría descansar a la desesperanza y el dolor. No hace falta matar para hacer morir y desear que de verdad llegue. Militemos en el ejército de los que levantan manos al cielo y no pistolas. Cada uno por su camino, la muerte en la de todos y la injusticia en la de los inocentes. Penitentes de incoherencia y borregos de insensatez. Vómitos de plomo y arcadas de sable. Trenes sin pasajeros y vuelos estrellados. La angustia del día a día en medio de la tortura de cadáveres desparramados por las calles. No poder explicar la vivencia de la guerra, una vez inmerso en ella indirectamente, en la comodidad del sofá, alejado por kilómetros de indiferencia, pero no me puedo callar, no puedo evitar la evidencia. Que no disparen balas en tu nombre, de todos depende. Porque es imposible justificar una muerte, porque no es suficiente pedir perdón por una muerte, porque no es necesaria ninguna muerte.

3. Guerra: Buenos días.
Paz: Hola, buenas.
Guerra: Deje de mirarme, me pone nervioso.
Paz: Perdone, ya paro.
Guerra: Vengo a apuntarme a la lista, esto es penoso.
Paz: Pero si esta es la lista de eso, del paro.
Guerra: Para estar en la misma cola, ¡qué observadora!
Paz: ¿Qué le ha pasado?
Guerra: Que no ha quedado ni un romano.
Paz: Si es que con tanta bomba no hay quien se esconda.
Guerra: Déjate de gracias a ver si tú también cobras.
Paz: Le hubiera mandado al manicomio sabiendo de su locura.
Guerra: Ya que sé su postura, le diré que es irrisorio.
Paz: ¿Que necesite usted un buen supositorio?
Guerra: Sería histórico que cupiera en tan minúscula hendidura.
Paz: No sea modesto, aquí todos sabemos de sus hazañas.
Guerra: La mayoría patrañas de un puñado de simios.
Paz: Igual con la tontería nos da para un libro.
Guerra: No delires, esto no le lee ni un niño.
Paz: Tiene razón, esto va en declive.
Guerra: Lo mejor será que termine con un gran colofón.
Paz: Se acabo por fin la espera, un trabajo, por favor.

PD: Un primero para recordar, segundos de empacho y el tercero...
... ni caso.

1 comentario:

  1. Los dos primeros me emocionan. De verdad. Me has llegado a trasmitir muchísimo en ambos.
    El diálogo no me ha terminado, aunque es bueno.

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