viernes, 15 de julio de 2011

Soledad.

(El original, cómo el Cola Cao con grumitos)



No sabía cómo empezar a contarlo todo. Siempre se había estado engañando a sí mismo. Este era un pensamiento que le abordaba desde hacía tiempo y aún no lo tenía del todo claro. Pero existía la posibilidad de que fuera cierto. Ese pensamiento hacía referencia a su infelicidad. La causa posiblemente se debía a la soledad que padecía sin remedio, provocada por un sentimiento autodestructivo que se profesaba desde hacía mucho tiempo. Últimamente era consciente de que no se quería, no queriendo estar con otras personas. Su error se producía de esa manera, ya que siempre había pensado que no necesitaba a nadie con quien estar más que consigo. Siempre había creído que era autosuficiente, pero se estaba dando cuenta de que lo más seguro es que no fuera así. No es que fuera incapaz de relacionarse con otras personas, sabía suficientemente que sí lo era. La cuestión es que nunca en su vida había dejado que nadie le conociera. Por las circunstancias a lo largo de si vida, había ganado merecidamente ese defecto. Pesaban los días y veía como en realidad nadie le conocía. Era una sensación extraña que le era imposible definirla. Igual era demasiado trágico y no era para tanto, pero no sabía si se estaría engañando de nuevo. Por dos razones, la primera porque al ser algo que había dejado que sucediera durante tantos años, la situación ya pudiera con él y no serviría de nada que se compadeciera de sí mismo. Y la segunda, por el contrario, que le daba demasiadas vueltas a las cosas y que el problema no fuera tan grave como pensaba. Por tanto, tampoco serviría de mucho compadecerse de sí mismo. Su remedio en este caso sería sencillo, lo más fácil era seguir como estaba. Engañándose para poder sentirse bien, sin tener necesidad de sentir compasión y eliminando todos los problemas que se pudiera crear. Había otro remedio que se le antojaba imposible. Que sería dejar a alguien que le conociese. Un apoyo externo al de su familia. Algo que no debería ser necesario pero sin lo que no se sentía seguro. Era capaz de relacionarse con gente, pero no era capaz de formar parte de nada porque antes de que las personas pudieran o no rechazarle, ya se había rechazado. Su problema era él. Algo irónico, pero llevaba la condena de ser así para el resto de su vida. Tenía un problema, si fuese otra persona estaba seguro de que se resolvería fácilmente. Pero como no era así, creía que no lo resolvería nunca. Se sentía infeliz y desgraciado, porque era infeliz y desgraciado. Y lo mejor era que esa situación se mantenía de esa manera porque él quería. Había gente que le importaba, que le gustaría que pudiese entrar en su pensamiento. Pero no iba a descubrirse ya que podrían sentir pena de él. Y lo último que quería era darle pena a nadie. Y también porque no estaba seguro de importarle a alguien lo suficiente como para ello. Además, sería totalmente vulnerable si alguien lo supiese, porque tendía a protegerse de sí mismo solo. Ya que así, sólo tenía que preocuparse de él y de todo lo demás.

PD: La de cosas que no he publicado, no si al final voy a ser más prolífico de lo que parecía. Un saludo.

3 comentarios:

  1. Creo que eso es una falta de seguridad muy grandes.Es una persona que no se quiere realmente, tiene miedo a que le conozcan porque el piensa de sí mismo que no merece la pena, y que puede deufraudar a otras personas, y por eso se comporta de modo superficial para que nadie se de cuenta de como es realmente, y así no tener el miedo al rechazo, creo que todos o al menos yo, me he sentido así alguna vez, y por eso entiendo el texto. Muy interesante. Un besito maestro.

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  2. Uff, todo eso he dicho. Entonces está mejor escrito de lo que creía cuando lo escribí (que hace ya bastante la verdad).

    En su día no me atreví a publicarlo, es lo bueno del paso del tiempo, supongo...

    Besitos ^^

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  3. Está tan transparente al menos para mi, porque imagino que no todas las personas se sienten o se han sentido de esta manera, pero yo lo he visto muy claro.

    Besitos, me ha encantado leerlo.

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