viernes, 28 de agosto de 2009

Soledad

(Segunda parte: Yo me entiendo)

1. Os invito a dar una vuelta por la palabra soledad.
Tratando la soledad como un sentimiento de aislamiento involuntario. Es un sentimiento que puede llevar a confusión. Nos quieren hacer creer que pensar diferente es estar solo, porque la propia palabra diferente tiene la marca injustificada de la auto-marginación. La sociedad tiende a vivir en la franja de la normalidad que ella misma ha creado. Es entonces cuando la palabra normal se transforma en una falacia que solo sirve para dañar a quienes no entran en dicha franja. Pero todo esto es mentira y pretendo desenmascarar la verdadera cara de la palabra soledad. Realmente estás solo cuando no tienes la posibilidad de compartir un sentimiento, positivo o negativo, con otra persona. No tener con quien compartir un sentimiento de alegría puede no ser preocupante, pero seamos sinceros, nos gusta hacer partícipes de nuestra felicidad a otras personas y dar envidia a otras. Compartir tristezas es más complicado, porque el ser humano es por definición egoísta y todos tenemos problemas. Es por esto que la tristeza se vive en soledad o se acumulan los sentimientos negativos creando el detonador de nuestra propia explosión. Si en algún momento encontraseis a alguien capaz de compartir penurias, mantenedlo cerca cómo si fuese un tesoro porque al igual que éstos son raros y valiosos. Es posible que sea el único que piense así, pero os puedo decir solemnemente que ya no me importa, porque soy capaz de compartir estos sentimientos con todo el que me lea.

2. Ésta es la historia del ermitaño de un pequeño pueblo costero. Un día llegó al pueblo y desde entonces repetía metódicamente sus acciones, convirtiéndose en monótonas. Se instaló en la playa, en el lugar donde clavó la sombrilla aquel primer día. Todos los días mediada la tarde iba al pueblo y paseaba pensativo por las calles. Al principio la gente le miraba extrañada pero con el tiempo se acabaron acostumbrando. Uno de los veranos el alcalde inició las obras en una de las calles del pueblo. Con esto el ermitaño tuvo que cambiar la ruta y pasando por un callejón desconocido para él, se detuvo delante de la papelería del pueblo y exclamó:
- ¡Autodefinidos, coño! ¡Había venido por autodefinidos!

3. Le gustaba ser un tipo solitario. Disfrutaba de sus eternos paseos nocturnos, pudiendo contemplar en silencio el cielo oscuro y dejarse embrujar por el brillo centelleante de la luna. Escuchaba el rugido sordo de la ciudad sumida en la nocturnidad. Saboreaba el aire que le traía el mar con las batidas de sus olas. Fue en ese momento de máximo placer en el que una voz retumbó en su cabeza. Gritó y maldijo su mala suerte.

PD: Solo en inglés suena mejor (musicalmente, casi que también).
La soledad es un estado mental, a no ser que estés solo.

(Nota para mí mismo: Mi forma de escribir ha experimentado un cambio, antes pretendía llegar a escribir regular y ahora simplemente escribo mal.)

2 comentarios:

  1. José me ha gustado la nota solo para ti mismo.
    Y con respecto a la soledad diré: que la soledad es algo de lo que a veces quieres huir, pero que otra veces te gusta disfrutar

    un saludo

    ResponderEliminar
  2. Sí, esa nota resume bien todos mis textos habidos y por haber.

    ResponderEliminar