Nada:Carlitos se había acostado muy pronto aquella noche. Tenía una ilusión, esa noche venían los Reyes Magos. La inquietud y los nervios fruto de la incertidumbre le dejaban una intranquilidad placentera. Aún así, fue capaz de dormir como un tronco. Sin poder darse cuenta, irrumpió el amanecer de ese día mágico. Parecía que había sido el último en levantarse. Bajo las escaleras a toda prisa y corrió hasta el salón. Su familia había comenzado el ritual sin él, todo estaba abierto o se disponía a serlo.
- ¿No hay nada para mí? – pensó y luego dijo, Carlitos.
-¿Tú has pedido algo? – contestaron.
- No… - pensó él y repitió más tarde.
- Pues, ¿entonces? – respondieron.
Carlitos, contrariado, dio media vuelta hacia su habitación. A lo mejor si se volvía a dormir, al despertar su suerte cambiaría.
Sexo:En las noches especiales se recogen las caricias que se siembran con el buen tiempo. No se lanzan besos, sino que se conectan e intercalan uno tras otro. Y las almas se saborean entre sí, dando lugar a la simbiosis. El olfato hormonal capta señales que se responden intuitivamente. Las yemas de los dedos se deslizan por la curvatura de una frenética travesía. La mente padece una ceguera química transitoria. En el fulgor de la lujuria se produce el fogonazo del éxtasis sensorial. Después la debacle del desvanecimiento de un sueño.
Noche:Tres noches pintadas en el bodegón,
de reunión, de felicitación y de ilusión.
Tres noches pintadas con pericia,
dos de gula y una de codicia.
Con pinceladas de gran precisión,
da forma a las tres noches el autor.
Tres noches que sin prisa,
van dejando a su paso la desdicha.
Todo será distinto al día siguiente,
cuando al pasar a un nuevo año,
nos demos cuenta de nuestra suerte.
Y retirando el pincel del cuadro,
consigue el pintor dar muerte,
a las tres noches con sus trazos.
PD: Vuelve por Navidad, aunque sea muy al final.